Los Congos es una cultura, género musical y baile
Afrocolonial concentrados principalmente en la Costa Arriba y Costa Abajo de la
Provincia de Colón, en la República de Panamá, que se caracterizan por una
expresión violenta y erótica al bailar, y además asocian casi siempre una
especie de representación mímica y teatral, que tiene como temática episodios
históricos del infame comercio negro, de la esclavitud y las consiguientes
rebeliones negras durante los tiempos de la conquista y del colonialismo. Así
mismo es considerado el género y baile de tambor más antiguo del Istmo de
Panamá.
Tiene como Origen:
Desde 1514, comenzaron a llegar negros, traídos de África
Occidental, para trabajar en las plantaciones de Panamá. A partir de 1523, se
sistematizó el arribo de hombres y mujeres venidos de Angola, Camerún, Guinea y
del Congo, principalmente. La presencia de este factor étnico determinó los
rasgos musicales-culturales básicos del pueblo panameño. Con los negros
llegaron sus cantos, sus instrumentos y sus bailes, otorgando un perfil
reconocible al arte nacional. Fueron numerosas las sublevaciones de esclavos,
muchos de los cuales huían para establecerse en los palenques, bajo la guía de
figuras legendarias como Bayano, Antón Mandinga o Domingo Congo. Esto produjo
un hecho determinante en el posterior desarrollo de las expresiones culturales
de origen africano: la concertación de un tratado de pacificación en 1607, que
otorgó cierta libertad, aunque con restricciones, a miles de antiguos esclavos;
una nueva situación de amplios sectores negros en el plano social. La música
folklórica y popular del istmo estuvo teñida, en adelante, por este hecho
histórico de suma trascendencia.
La forma de comunicación utilizada por los negros de aquella
época, y que es todavía cultivada por los congos, es el saludo con los pies y
el hablar al revés, mezclando el castellano, inglés, francés y portugués. Los
esclavos y los negros acostumbraban reunirse en sus palenques, donde danzaban,
jugaban y satirizaban al blanco opresor, por el cual sentían odio y rencor,
siendo la música un medio de desahogo, pero también de nostalgia por sus
raíces. También era una manera de burlarse de la estructura eclesial de la
época, que les decía que si no obedecían al amo, se los llevaba el diablo. De
ello derivan la personificación de las ánimas y el diablo en el bautizo congo.
La cultura Congo sobrevivió gracias al uso del "doble
sentido", que los africanos esclavizados utilizaron como arma de
resistencia. Este lenguaje les permitió comunicarse los unos con los otros
mientras confundían a los españoles. Al distorsionar el significado, la
realidad se tornaba ambigua convirtiendo a los africanos en maestros en el
intercambio de información. La habilidad de comunicarse entre sí, sin ser
descubiertos, les hacía posible planificar fugas y levantamientos, así como
operar un elaborado sistema de espionaje.
Ejecución y pasos básicos del baile Congo:
El congo se realiza descalzo, por la relación del negro con la tierra.
La danza, una mezcla de movimientos, percusión y sonidos fuertes, colores, vestidos y máscaras, mitos, magia y cantos, son una muestra ferviente de las antiguas raíces africanas que han sobrevivido a través de incontables generaciones, preservadas hasta nuestros días a través de una de las tradiciones más representativas de la provincia de Colón, donde la población es predominantemente afroamericana. Los movimientos del hombre y de la mujer negra son propios de su naturaleza. El baile congo es un conjunto de movimientos propios de cada uno, los cuales no tienen un orden específico, más bien son intrínsecos en cada persona que desarrolla el baile; algunos lo hacen con sensualidad, otros con sentimiento, con expresiones muy particulares, con mensajes de vida, rememorando situaciones, con religiosidad, con alegría, con tristeza, con dolor, llenos de vida, con pesar, en forma de juego, de manera espontánea, con naturalidad, con ritmo.
El estilo del baile es básicamente improvisado, aunque ciertos pasos y posturas del cuerpo caracterizan la coreografía. Sin embargo, no hay ninguna secuencia fija o predecible. Intuitivamente, las parejas se responden, componiéndose en un baile, que resulta en movimientos perfectamente sincronizados y los gestos no planificados. La interacción ocurre con una velocidad y coordinación asombrosa. El juego de amor masculino – femenino es abierto, franco, erótico y enlazado con un espíritu de juego y exageración. Las señoras bailan tranquilas y serenas como si estuvieran en trance. Con pequeños pasos, ella se mueve hacia el tambor, sus hombros, brazos y cabeza queda casi sin movimiento. Solo los movimientos de las caderas son claramente observables, con la dobles de la falda invita a su parejas a acercarse. Si él acepta el reto y se le acerca, ella se retira con prontitud, se voltea y sigue en otra dirección.
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